Mercedes Benz C300 Coupé. Potencia, elegancia, lujo y tecnología son los argumentos destacados de éste dos puertas de origen alemán. El C300 Coupé ofrece una dinámica de alto nivel, sustentada por 245 CV.
Con el correr del tiempo y sin perder su elegancia, Mercedes-Benz fue imprimiendo una cuota de deportividad a sus modelos de todas las gamas y segmentos, llevándolos a un diseño más agresivo y más joven. En paralelo llegaron los ajustes en el comportamiento y el incremento de potencia. En ese universo de elite deportiva y de linaje de los más potentes identificado con el logo de la estrella, se encuentra este C300 Coupé que deriva del sedán Clase C.
Este auto luce un formato bien proporcionado y llama la atención por sus curvas, sus nervios marcados y su línea de cintura. La trompa es el sector más imponente por la parrilla de efecto diamantado con inserciones cromadas, el logo de generosas dimensiones en el centro y las ópticas con tecnología de última generación. La caída del techo es pronunciada y el remate posterior se muestra como el sector más conservador de la carrocería, y hasta parece disociado del resto de la atlética figura. Allí, al abrir el baúl nos encontramos con los correctos 400 litros de capacidad y debajo del piso… ¡nada!, no hay auxilio porque los cuatro neumáticos son runflat, de esos que mantienen algo de presión y permiten continuar hasta llegar a una gomería. Objetable para nuestra realidad vial.
¿Y por dentro? Todo es lujo, calidad de primer nivel y alta conexión con el mundo sport. Butacas delanteras generosas reciben a conductor y acompañante, y un espacio trasero bastante ajustado espera por algún pasajero que no saldrá tan beneficiado, ya sea por el lugar reservado para las piernas como por la pronunciada caída del techo.
Con el asiento de amplio ajuste y el doble reglaje del volante, ambos eléctricos, se consigue una inmejorable posición de manejo. El buen grip del aro de conducción -aloja teclas para varias funciones-, el head-up display (reflejo de datos de viaje en el parabrisas) y el instrumental de agujas con pantalla central digital para el ordenador de a bordo, hacen que la experiencia de quien comanda sea sumamente placentera, segura y relajada. En la parte superior de la consola se encuentra la pantalla tipo tablet para el multimedia que agrupa navegador, diversos ajustes, audio, cámara de reversa y asistente de estacionamiento. Climatizador, cruise control, techo eléctrico, tapizados de cuero, el parktronic que ayuda con las maniobras para estacionar, combinado con cámara de retroceso y sensores, completan el listado de confort, entre otros ítems. Siete airbags, Isofix, ESP, control de tracción, sensor de presión de neumáticos, ayuda en pendientes y encendido automático de luces son los destacados dentro del rubro seguridad.
Debajo del capó lleva el naftero cuatro cilindros, turbo (distribución por cadena) que entrega 245 caballos de potencia y un torque de 39 kgm desde 1.300 rpm. Su socia estratégica es la transmisión automática de siete marchas (7 G-Tronic). Ambos hacen un trabajo magnífico –sin un mínimo ánimo de exageración- porque le brindan la agilidad que requiere un auto con aspiraciones al título de deportivo. Los números son contundentes: 250 km/h de velocidad máxima limitada electrónicamente, y un irrefutable 0-100 km/h en apenas 6,3 segundos. Austero en cuanto a consumo –si se tiene en cuenta semejantes prestaciones- ya que acusa unos 8,2 litros cada 100 km en ruta y apenas por encima de los 10 litros en el uso citadino.
La dinámica está en perfecta sintonía con lo que propone el vehículo desde la imagen y lo que argumenta a partir del caballaje. Hace todo bien y sin vicios. Curvas con nulas inclinaciones, dirección precisa, impecable apoyo al transitar los trazos cerrados y veloces, notable tenida y ¡qué decir de la estabilidad en rectas rápidas! Importante: según el tipo de manejo con el que el conductor se haya levantado con ganas de realizar, puede elegir el modo mediante el Agility Control, un avanzado sistema que gestiona el reglaje de la suspensión, para regular la dureza de los amortiguadores. En definitiva, es un auto para todos los días que se luce con muy buenas calificaciones en la pista al momento de buscar un poco de diversión. Claro que para contar con todo lo hasta acá apuntado y gozar de semejante despliegue, hay que desembolsar la suma de 91.000 dólares. Sin duda, uno de los que tienen bien ganada la clasificación de “auto de nicho”.•
Texto: Pablo Epifanio / Fotos: Andrés Canet
Nota cedida por REVISTA AUTOS & VIAJES